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PRINCIPIOS RECTORES PARA UN MODELO DE
FIN DE ETA SIN IMPUNIDAD
REUNIÓN DE ASOCIACIONES Y FUNDACIONES DE
VICTIMAS DEL TERRORISMO
MADRID: 23 DE NOVIEMBRE DE 2010
1. INTRODUCCIÓN
En primer lugar deseamos mostrar nuestro reconocimiento a todas las víctimas de distintos grupos terroristas que han actuado en España, aunque en este documento nos centraremos en el caso de ETA.
Después de 50 años de terrorismo de ETA, la situación de debilidad que
vive la organización terrorista hace suponer que podemos empezar a ver su
final, aunque su decadencia puede ser aún larga y causar daño.
La debilidad de la banda no es fruto de la casualidad, sino de la actuación
decidida del Estado de Derecho en la lucha antiterrorista, de los acuerdos
entre los partidos democráticos, de la colaboración internacional y del
hastío mayoritario con la violencia en Euskadi y Navarra, así como el
compromiso decidido del resto de España. En consecuencia, es fruto de las
políticas de tolerancia cero con el terrorismo y de deslegitimación del
mismo puestas en marcha por los gobiernos central y vasco.
La posibilidad real del fin de ETA debe ser manejada, en todo caso, desde
los principios que inspiran el Estado de Derecho.
Debe ser manejada, además, desde la perspectiva de que también se juega
la fijación o no de los principios de la Verdad, la Memoria, la Justicia y la
Dignidad de las víctimas de ETA, tanto de los asesinados, como de los
heridos, como de los familiares de todos ellos. Y de toda la sociedad en
cuanto que toda ella ha sido atacada por el fanatismo identitario de ETA.
Debemos atrevernos a escribir que los fanáticos de la identidad nacionalista
han buscado durante largos años destruir la complejidad de la sociedad
vasca y navarra para el cumplimiento de su sueño, mediante complejos
mecanismos de control comunitario, adobado con procesos de intenso
amedrentamiento y propaganda.
Por todo lo anterior, el futuro político de la sociedad vasca no puede
escribirse sobre el proyecto político de ETA, aunque sea sin ETA y sin su
violencia, porque de otra forma no habrá verdad en la Memoria, ni
Dignidad, ni Justicia para sus víctimas que fueron asesinadas con el
objetivo de favorecer la implantación del proyecto político de ETA.
No se trata de arrogarse de competencias ajenas, pero no cabe invocar la
razón de estado para eludir un debate público, en su caso, sobre los
principios rectores reales que van a regir el modelo del fin de ETA.
2. LOS PRINCIPIOS RECTORES DEL MODELO DEL FIN DE ETA
Las víctimas del terrorismo no tenemos competencia para diseñar ni
ejecutar las políticas de los gobiernos, pero como cada ciudadano tenemos
todo el derecho a exigir:
LA APUESTA POR LA CLARIDAD Y LA FRANQUEZA
Esto significa unos principios sobre el modelo del fin del terrorismo de
ETA que incluyan:
- unas reglas de juego claras, comprensibles para todos.
- la cláusula explícita de resistirse a la impunidad judicial o histórica.
- que se evite caer en el juego semántico de ETA y Batasuna, siempre
plagado de palabras torticeras, tacticismos maltintencionados y
dobles sentidos para engañar.
LA APUESTA POR LA SENSIBILIDAD CON LAS VÍCTIMAS
Resulta especialmente pertinente que los poderes públicos, agentes
políticos y grandes poderes y agentes mediáticos actúen con cierto
autocontrol en cuanto a los usos propagandísticos del lenguaje en esta
cuestión, para no inferir un dolor añadido, ni favorecer una extrema
susceptibilidad entre quienes tienen las heridas más sensibles.
3. NOTAS BASICAS DE UN MODELO DE FIN DE ETA SIN
IMPUNIDAD
Las víctimas de ETA no tenemos competencia para diseñar ni ejecutar las
políticas de los gobiernos, pero tenemos una especial cualificación para
ejercitar nuestro derecho específico a la justicia y la dignidad debidas, así
como para tener voz respecto a todo ello.
Ha de considerarse asimismo que las víctimas de ETA no nos hemos
vengado y no hemos reclamado justicia privada. Nos hemos sometido a la
ley en todo momento, lo cual tiene un valor extraordinariamente
pedagógico respecto a la calidad democrática de nuestro futuro común.
Nuestra sociedad no debería olvidar que en un Estado de Derecho el
derecho a la justicia real no es negociable, ni relativo.
Si se permite algún tipo de impunidad, muchas de las víctimas no podrán
completar su duelo. Resulta necesario un modelo de fin del terrorismo con
ley y justicia. Precisamente por ello, y con todo el respeto, estamos
cualificados para realizar una aportación que ayude a establecer los
mínimos (formales y semánticos) que deben guiar a los diferentes actores
que intervengan en este trayecto final.
3.1. No a la impunidad en el discurso o evitar la impunidad histórica
La necesaria reprobación de la historia de ETA es una exigencia y
condición democrática básica
Los asesinatos de ETA y toda su historia de acoso y coacción para la
consecución de su proyecto político poseen, más allá de la dimensión del
daño causado, una dimensión pública innegable. Porque no debemos
olvidar que las víctimas de ETA lo fueron para la consecución de un fin
político de los terroristas.
Su derrota pasa irremediablemente por no privatizar el daño, por no
esconder la dimensión pública de lo que, en las personas asesinadas,
quisieron destruir.
Por todo ello, creemos que lo primero que se debe exigir a ETA, a
Batasuna y, en general, el entramado político de ETA, es la condena de la
historia de terror de ETA, de toda esa historia, para garantizar que no nos
encontramos con una de sus habituales jugadas puramente tácticas.
De no hacerse así, uno de sus objetivos clave para el futuro será seguir
utilizando su depurada capacidad propagandística para establecer que esa
historia del terror ha sido una historia legítima, y volverán a ofender
gravemente a tantas familias rotas que ellos han provocado.
Si los responsables del daño causado no asumen su responsabilidad y no
denuncian la historia del terror pretenderán relativizar nuestra memoria y
verdad, como si fuera una opción más. Como si la sociedad democrática
fuera un supermercado de las ideas, y la identidad asesina una opción más,
banalizando una vez más, el mal y la historia de su terror.
Existe en la actualidad la tentación de banalizar lo que debemos exigir a
ese mundo, precisamente por ello, es preciso tener muy claro que una
narrativa que justifique a posteriori el terror de ETA significa tanto como
justificar cada uno de los asesinatos que componen esa historia de terror.
Significa tanto como decir que cada uno de esos asesinatos estaba bien, que
había que cometerlo o que cometerlo no tiene valor. Sería tanto como
volver a asesinar a cada una de las víctimas asesinadas.
Puede existir en la sociedad la tentación de establecer directamente un
paréntesis, como si nada hubiera ocurrido, siguiendo la tendencia de una
parte de la sociedad vasca y navarra que ha vivido así, de espaldas a la
violencia fanática, neutral con esta grave y pertinaz vulneración de los
derechos humanos contra una parte de sus vecinos. Sería conveniente evitar
el establecimiento de un nuevo gran tabú comunitario: el de la repugnancia
a escuchar la verdad del horror y sus ramificaciones en forma de violencia
de persecución, la extorsión, los miles de niños que crecieron con un
silencio obligado por la amenaza de muerte de sus padres....Los asesinatos
son sólo la punta del iceberg de una trama completa de horror muchas
veces consentido y difuso a la que debemos asomarnos colectivamente.
Es siempre eficaz socialmente enterrar bien a los muertos. Simbólicamente
exige plasmar que fueron asesinados, y que lo fueron, ya lo hemos
indicado, porque eran tenidos por los asesinos como un obstáculo para
conseguir su fin político. Esa verdad tiene que traslucir con claridad en la
narrativa que se escriba del pasado de ETA. De no ser así, construiremos el
futuro sobre un engaño a sabiendas.
3.2. Compromiso contra la impunidad jurídica
La historia de terror de ETA no tiene ninguna legitimación posible, debe
ser condenada. Y esa condena debe ser exigida, mayoritariamente de forma
pública, como pública es la estrategia terrorista.
Tal condena debe ser exigida como uno de los mínimos, sin cuyo
cumplimiento no es posible ni reinserción particular alguna, ni
participación alguna en el juego democrático. El mínimo, el primer límite,
está en la condena de la historia de terror de ETA.
Hay mucha gente temerosa de exigir esto a ETA, como si fuera imposible.
Pues bien, creemos que ya es hora de sacudirse los miedos y hasta el último
gramo de tolerancia hacia una estrategia cruel y asesina.
3.3. Tolerancia cero con las identidades asesinas
Los representantes de la identidad asesina de ETA se asfixian fuera de las
instituciones. La intención de Batasuna o de cualquier otra “marca blanca”
“...los que hoy son terroristas puede que mañana no lo sean, siempre y cuando ganen la batalla política” Pernando Barrena. 2007
del entramado político de ETA de presentarse a las elecciones municipales
que se celebrarán el año próximo están trufadas de adornos semánticos y
maniobras ambiguas que hacen imposible comprobar que no haya tongo o
engaño, como ha sido habitual en todos estos años.
En el contexto político actual, existe una necesidad urgente de evaluar
correctamente las pretensiones de ETA y Batasuna respecto a las
elecciones locales y forales que se celebrarán en el año 2011. 2
3.4. La política penitenciaria no debe convertirse en una política de
gracia
Un derecho inherente e irrenunciable a la condición de víctima del
terrorismo, en cuanto ciudadanos con derechos completos, es el derecho a
la Justicia.
La política penitenciaria sobre el colectivo de presos de ETA no debe
considerarse como un instrumento de futura utilización para equivaler a
políticas de gracia, porque las leyes no lo indican así.
Una política penitenciaria que llegara a basarse en la excarcelación
anticipada de presos juzgados y sentenciados, enmascarándolo en una
aplicación laxa de la progresión de grados, supondría una forma de
impunidad.
2. "Hay más razones que nunca para la lucha armada, pero menos condiciones objetivas y
subjetivas que nunca" Tasio Erkizia. 2010.
Una de la condiciones a que hace referencia es volver a entrar en las instituciones
democráticas.
Existe en la opinión pública española la tentación de pedir a las víctimas
del terrorismo “generosidad”, instándoles a que sacrifiquen sus legítimas
reclamaciones y renuncien a su justa reivindicación de justicia. Esta
petición es una forma de chantaje moral, especialmente injusta teniendo en
cuenta la naturaleza de los delitos y de la naturaleza de su duelo, todavía en
parte pendiente y dependiente de un fin de la violencia sin impunidad.
3.5. El cumplimiento íntegro de las penas y de la ley
La Constitución de 1978, la ley General Penitenciaria, el Código Penal y el
Reglamento Penitenciario suponen nuestra referencia en esta cuestión.
Debe quedar claro que la reinserción significa, precisamente, el
cumplimiento íntegro de las penas conforme a la ley.
No debemos olvidar que la reinserción social no es una finalidad absoluta
de las penas privativas de libertad, sino que se trata de una orientación
armonizable con otras finalidades de la pena y con la exigencia de justicia
prevista en el art. 1 de la Constitución Española.
Para los casos que nos ocupan, la reinserción debe implicar un trabajo de
asunción subjetiva de la responsabilidad con respecto al daño causado y
una vertiente pública. Lógicamente se trata de casos individualizados
porque no serían aceptables soluciones colectivas para el colectivo de
presos etarras.
La experiencia comparada nos indica que resulta mucho más fácil para un
terrorista dejar el terrorismo que profundizar realmente en el significado de
su responsabilidad personal, profunda, con respecto a las víctimas que ha
provocado.
Pero incluso reducir la exigencia a los terroristas que estén dispuestos a
romper con la organización terrorista ETA al plano de actuaciones
relevantes en el ámbito privado: escribir una petición de perdón, escribir el
reconocimiento del daños personal causado o el pago de indemnizaciones
pendientes no es suficiente, porque los asesinatos perpetrados por ETA
para la consecución de su proyecto político poseen, además, una
dimensión pública innegable .
La reinserción significa volverse a integrar en aquello que el delito ha roto.
Lo que ha roto el delito terrorista de los miembros de ETA, además de la
vida de familias enteras, son las reglas fundamentales de la convivencia
aprobadas en derecho, atentando contra el Estado de Derecho y la
Democracia basada en el pluralismo.
Los delitos de terrorismo tienen una dimensión pública, política, y es
necesario que exista una satisfacción pública, política, del daño causado. Y
esa satisfacción se puede dar si:
a) el arrepentido da un paso firme en pro de su reinserción, no un mero
desenganche de la banda a la que pertenecía sin cuestionar nada de lo
hecho ni plantearse realmente que ha supuesto su vida para él y sobre todo
para sus víctimas.
b) El terrorista denuncia públicamente la violencia, los fines totalitarios
que están en el núcleo de acción de toda organización terrorista, y a ser
posible, colabora activamente con las autoridades para el esclarecimiento
de los varios cientos de crímenes pendientes de resolver.
c) Todo ello conduce a que deben expresar su aceptación del Estado de
Derecho.
La reinserción pública se convierte en un instrumento más de la
deslegitimación del terrorismo, especialmente en los lugares donde todavía
existen niños que justifican este tipo de asesinatos.
Consideramos además necesario establecer un cauce de información sobre
la situación procesal de los delitos terroristas.
3.6. Contra la banalizacion del mal en la comunicación publica
Para los terroristas resulta relevante que las víctimas resulten irrelevantes
para la sociedad.
De hecho los terroristas etarras han utilizado toda su capacidad de
influencia para que las víctimas y sus familias resultaran estigmatizadas y
marginadas en sus entornos comunitarios durante años. Muchas de ellas se
vieron forzadas a marcharse de sus hogares a lo largo de varias décadas y
todavía hay focos comunitarios donde la estigmatización se mantiene casi
intacta.
Un comunitarismo mal entendido y el poder del miedo generó un régimen
de tolerancia hacia los propagadores de la identidad asesina en muchos
rincones del País Vasco y Navarra, sin apenas resistencia, con enorme
autocensura y miedo para ejercitar la crítica a los asesinos. La banalización
comunitaria de los actos de los fanáticos permitió echar profundas raíces a
esta subcultura de la violencia terrrorista.
Cualquier eventual exención de responsabilidades por la banalización de
las palabras y los conceptos relativos al modelo de fin del terrorismo
siempre supondrá una desvalorización de los humanos atacados, una
banalización de los derechos humanos vulnerados de las víctimas.
La banalidad y frivolidad a la hora de utilizar algunos de los conceptos
claves sobre los que pivota la definición de un modelo sobre el fin de ETA
afecta profundamente a la sensibilidad de los más afectados por los efectos
del terrorismo. En especial, sus siguientes manifestaciones:
La invitación al perdón de la víctima como excusa para saltarse el derecho
a la justicia, especialmente ofensivo cuando lo proclaman laicistas
declarados. Un ejemplo paradigmático de la separación del plano legal y el
moral, es que el Papa Juan Pablo II perdonó a Ali Agca, pero el preso
siguió cumpliendo su pena.
-El recurso a la palabra “conflicto” para eludir la responsabilidad por la
historia asesina de ETA.
-Los espacios imaginarios de equidistancia entre víctimas y victimarios
para evitar sacar conclusiones que comprometen a la comunidad en las
políticas de justicia y reparación.
-La predisposición de ciertos sectores de la opinión pública a juzgar con
dureza extrema las palabras de las víctimas del terrorismo y con extrema
indulgencia las de los asesinos y la organización terrorista.
4. ¿Y SI SE DIERA UN MODELO CON IMPUNIDAD?
En ese caso, las víctimas no podrían desarrollar un papel de
deslegitimación ética, social y política que necesitará muy especialmente la
sociedad vasca y navarra tras el fin de ETA, puesto que la aplicación de
cualquier tipo de impunidad forzaría a elaborar un tipo de discurso en el
que se diluyera el fondo de verdad objetiva de las víctimas.
La colaboración en el ejercicio público de memoria no resultaría coherente
puesto que cualquier iniciativa institucional de investigación y preservación
de la memoria se vería contaminada sustancialmente por el fondo de
impunidad y necesitaría subterfugios eufemísticos.La reparación de las
secuelas del terrorismo sería, como la culminación del duelo, una tarea
incoherente y contradictoria.
En un modelo que tolerara dosis de impunidad, el pretendido apoyo a las
víctimas del terrorismo se convertiría en un grotesco sarcasmo, por mucho
que se utilizasen con éxito fórmulas retóricas, propagandísticas y de control
mediático que lo enmascarase.
5. EPILOGO
El mundo de Batasuna pide una pista de aterrizaje. La piden con derecho a
la impunidad, llamando a las excarcelaciones cuestión técnica y se suponen
con derecho a legitimar un relato de la historia del terrorismo. Y antes y
después, mesas y negociaciones políticas para defender, como mínimo, su
propia esencia. El mundo de ETA, por otra parte, no ha renunciado a volver
a su estrategia clásica del terror.
La victoria sobre ETA significa la victoria del Estado de Derecho sobre el
totalitarismo, el fanatismo y la exclusión que supone el modelo de ETA y
su mundo. La victoria sobre ETA debe evitar la legitimación de la historia
del terrorismo y permitir cerrar en buena parte, y en paz, el duelo personal
y comunitario de tantas heridas y tanto horror.
Suscrito por:
Fundación Fernando Buesa
Fundación Miguel Ángel Blanco
Fundación Gregorio Ordoñez
Fundación Alberto Jiménez Becerril
Fundación Tomás Caballero
Fundación Víctimas del Terrorismo
Fundación de Victimología
Federación de Asociaciones de Víctimas del Terrorismo de España
Covite
Asociación Víctimas del Terrorismo
Asociación Andaluza de Víctimas del Terrorismo
Asociación Murciana de Víctimas del Terrorismo